>>s: del noventa y tres que estoy acá. Eh… así que, estaba soltero, claro hermanos, hermanas estaban todos preocupados hay que casarlo a este hermano. Era medio difícil nadie me podía casar, yo no me quería casar con nada, con nadie, hasta que mi papá vino y me dijo mirá, hay unas hermanas en Buenos Aires, en Montevideo… me mostró unas fotos, ¿qué te parece? ¿Cuál de las hermanas te gusta más? Y yo dije qué te parece ésta, y esa era la esposa que tengo ahora, Adriana… y me dice mi papá ¡sí, esa está muy buena, muy buena chica! Okay. Entonces, yo le dije a mi papá bueno tratá de decirle, a ver… ¿cómo puedes explicarle, no, sin prenderme fuego, no? O sea, viste que soy reservado, con cuidado, ¿no? Con tacto, con cierto… con cierta fineza, hay que tener cuidado como hay que hablarle, no le vayas a decir nada, simplemente, fíjate como está ella. Cuando va mi papá allá, lo primero que le dice, mi hijo está interesado en vos, sin… sin ningún cuidado. Entonces, bueno, después ella se vino con mi hermana y mi tía, y una prima de ella se vinieron acá a Irving, para un entrenamiento de verano, entonces se quedaron en la casa de David Bindson. Y ahí, entonces, yo iba a verlo, los iba a ver, hablábamos, hablábamos, hablábamos… fuimos después al entrenamiento. Se fueron todos, volvieron, no sé, a Montevideo, porque mi esposa es de Montevideo, entonces, seguíamos hablando por teléfono. Pero hasta que dije no es más barato ir hasta allá que hablar por teléfono, por teléfono sale muy caro esto. Le dije por teléfono ¿qué tal si nos casamos. Y me dice que sí, así que fui, noviamos quince días y nos casamos, ¿no? Nos fuimos de luna de miel a Cancún, ese lugar está bueno y después nos venimos para Irving. Eso fue en el mil noventa y seis, ¿no? Después, eh… dijimos bueno, vamos